miércoles, 12 de septiembre de 2012

el objeto







Ingredientes secretos componen la melodía del menú del desamor. Tizas blancas para condimentar la ensalada,  piedras redondas y castañas para el estofado oloroso de otoño, flores secas para untar en el pan seco …. Recetas que solo pretenden conquistar mi propio corazón, con el deseo de llegar al jugoso hemiciclo que da vueltas sobre sí mismo  y  rompo a carcajadas, mientras entre los dedos de mis pies sujeto el objeto; el objeto ardiendo que me abrasa  y me hace llorar, un llanto eterno que acabó  ayer o seguirá andando sobre cristales. Con las palmas de mis manos sangrando, dibujo sobre la nieve un astuto abandono, recientemente adoptado.
Huérfana y vagabunda, busco un retal tejido sin trama, para coserme un vestido de florecillas minúsculas y  me acurruco entre los pétalos de una de ellas y allí, vuelvo a nacer y de mi vagina emana olor a jazmín, mis ojos color de lavanda, mis lágrimas son pétalos de gardenia, mis dedos de girasol y mi boca …………….. así toda realidad es imposible y todo lo invisible se hace palpable, aunque  no logro entender de donde caen los besos que se posan en mi hombro y resbalan dulcemente hasta mis nalgas, pero recojo cada beso y a sorbos disfruto unos, los otro, los extiendo en el jardín de florecillas de mi vestido y me revuelco en ellos, hasta  que me arañan la piel. Y así se acaban los besos y ahora, espero los abrazos. Cuando lloverán? De repente encuentro el primero de mil abrazos, entre las páginas de un libro prestado. Me los puedo quedar? Los puedo abrazar? O quizás quieren que los bese? Voy a construir un palacio de briznas de paja, para que vivan conmigo y me acompañen en las noches sin estrellas de mar, sin búhos, ni cactus, ni mariposas que revolotean en las profundidades de mi misma, sobrevolando el trigo subacuático, repleto de frutos azules.  
Con mi barita mágica consigo abrir la puerta, que deja entrar un haz de luz cegadora, una luz líquida que me deslumbra e inunda mis ojos de la viscosidad del pasado, con recuerdos de avellanos repletos de pendientes y otros recuerdos que me transportan a un mundo abisal. La luna, sonriéndome, me canta una nana que me adormece y sonámbula me tambaleo y bailo, bailo al son de la melodía del menú del desamor…